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Aun en vida de Moisés,
Josué siempre fue obediente a Dios.
Con la ayuda de Caleb,
Josué se opuso al grupo de rebeldes
que murmuraban contra Dios,
y evitó que los israelitas pecaran.
Por eso, sólo ellos dos
se salvaron de morir en el desierto
y pudieron entrar en la tierra
donde abundan los alimentos.

Cuando Caleb llegó a ser viejo,
Dios le dio muchas fuerzas
para trepar montañas muy altas;
esas montañas se las entregó Dios
a Caleb y a sus descendientes.

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